Apoya índice y medio en la cara interna de la muñeca, por debajo del pulgar, hasta sentir un latido nítido. Evita presionar demasiado, porque podrías bloquear la arteria y creer que no hay pulso. Si cuesta, prueba en el cuello, a un lado de la tráquea, con extrema suavidad. Calienta tus manos si están frías y date tiempo. Practicar en otra persona, con su permiso, ayuda a educar el tacto y ganar seguridad.
Mira el segundero, inicia en un segundo cero claro y cuenta latidos hasta sesenta. Si tienes prisa y el pulso es regular, usa treinta segundos y multiplica por dos, entendiendo que el error puede aumentar. Evita contar en voz alta, porque influye en tu respiración y ritmo. Mantén una respiración natural y enfoca la atención en el tacto. Si pierdes la cuenta, detente y reinicia; la calma es parte de la precisión efectiva.
Además del número, observa si los latidos son constantes o aparecen pausas. Un pulso muy rápido tras café o ejercicio puede ser esperable, mientras uno acelerado en reposo, acompañado de malestar, merece atención. Registra descripciones como fuerte, débil, irregular o saltón. Estos matices sirven al profesional al correlacionar síntomas. Si notas mareo, dolor torácico, desmayo o palpitaciones persistentes, busca ayuda. Tu objetivo en casa no es diagnosticar, sino describir con claridad lo que sientes.

Considera consultar si el pulso en reposo supera 110 o cae por debajo de 50 de forma persistente, si la respiración en reposo supera 22 por minuto sostenida, o si la temperatura pasa de 38.5°C por más de 24 a 48 horas con malestar. Estos números son orientativos y pueden variar según tu condición. Registra síntomas asociados y medicamentos. Si hay dolor torácico, confusión, desmayo, dificultad respiratoria severa o empeoramiento rápido, busca ayuda inmediata sin dudar.

Anota cuándo comenzaron los síntomas, qué lo agrava o alivia, tus últimas mediciones y cualquier cambio de medicación. Incluye antecedentes relevantes y alergias. Envía una lista corta de preguntas para ordenar la conversación. Adjunta, si es posible, una foto de tus registros o gráfica. Al describir con calma, facilitas decisiones oportunas. Recuerda preguntar cuál es el plan y señales para volver a consultar. La colaboración honesta mejora los resultados y reduce preocupaciones innecesarias.

Practica respiraciones lentas, hidrátate, mantén una postura cómoda y ventila el ambiente. Evita revisar compulsivamente los valores cada cinco minutos; establece intervalos razonables. Pide apoyo emocional a alguien de confianza y comparte tus registros si necesitas asistencia. Prepara documentos, cargador de teléfono y acceso a transporte. Escucha tu cuerpo sin dramatizar ni minimizar. Si usas medicación, sigue las indicaciones y actualiza tus notas. Cuidarte también significa bajar la velocidad mental mientras llega orientación profesional.